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Productores alertan que se agrava la crisis del tomate
03.09.2025 17.05| El sector frutihortícola enfrenta una de las temporadas más difíciles. Se suman la humedad excesiva y una enfermedad altamente contagiosa.
La localidad de Santa Lucía, epicentro de la producción frutihortícola correntina, atraviesa un escenario crítico. Los productores de tomate, principal cultivo de la zona, denuncian que la campaña actual dejó más pérdidas que beneficios. A las dificultades para colocar la fruta en el mercado, por los bajos precios que se pretenden pagar y los problemas de transporte, se sumó el impacto del clima húmedo y del virus rugoso, una enfermedad que avanza sin freno en los lotes.
Martín Dutto, horticultor de la zona, graficó en declaraciones a Radionord la magnitud de la crisis: "Fue una campaña muy húmeda y eso afectó a la calidad del tomate. La fruta correntina llegó al mercado con problemas poscosecha. Todo esto, sumado a una enfermedad que nos viene complicando desde hace tiempo, hizo que esta temporada sea muy difícil", relató.
Los precios, lejos de brindar un respiro, tampoco acompañan. Según detalló el productor, un cajón de tomates "toritos" se paga en el Mercado Central de Corrientes entre 20.000 y 25.000 pesos. Sin embargo, las partidas provenientes del NOA se cotizan un poco más arriba porque contienen mayor cantidad de kilos. Esa diferencia, aunque pequeña, genera una competencia que deja en desventaja a los chacareros correntinos.
La preocupación central, de todos modos, no es únicamente económica. El virus rugoso del tomate, de altísima transmisibilidad, está dejando un tendal de pérdidas. "Es un virus que se transmite por el manipuleo. La planta de tomate requiere muchas labores culturales y al tocar una infectada, el virus pasa fácilmente al resto. Cuando aparecen los primeros síntomas, en poco tiempo el productor puede perder todo el lote", advirtió Dutto.
El impacto es devastador: chacras enteras se vieron obligadas a levantar el cultivo antes de tiempo y reiniciar el ciclo, con el consiguiente costo extra en semillas, agroquímicos y mano de obra. Si bien algunas semilleras comenzaron a introducir variedades más tolerantes a la enfermedad, la adaptación no resulta sencilla. "Estamos aprendiendo a manejarlas, pero no es lo mismo. Tienen menor vida poscosecha, piel más débil y requieren técnicas distintas", explicó el horticultor.
A la vulnerabilidad sanitaria se suma la incertidumbre logística. Los transportistas no siempre priorizan la carga de frutas y hortalizas locales, lo que demora la llegada a los mercados y empeora la calidad de la mercadería. La humedad, por su parte, potenció la aparición de problemas poscosecha, con tomates que llegan deteriorados y que deben venderse por debajo del valor esperado.
En ese marco, la ecuación económica resulta alarmante. "La mayoría de los productores no logró cubrir los costos de insumos adquiridos a crédito. Muchos ni siquiera juntaron lo suficiente para pagar lo que deben a las agroquímicas", señaló Dutto. La consecuencia es que buena parte del sector atraviesa un ahogo financiero, con deudas acumuladas y sin certezas sobre cómo encarar la próxima campaña.
Los chacareros reconocen que tenían expectativas positivas a comienzos del año, cuando los precios del mercado ofrecían un panorama más alentador. Sin embargo, el resultado fue otro: una campaña marcada por el sobrecosto en insumos, la pérdida de calidad en la fruta y la expansión de una enfermedad que aún no encuentra control definitivo.